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Memoria Socioeconómica 2020

Memoria Socioeconómica 2020

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CESEGAB

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Bilbao

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La publicación de la Memoria Socioeconómica del Consejo Económico y Social Vasco es un acontecimiento que sabemos esperado, dado el interés que despierta su acogida por parte de los colectivos y de las personas interesadas en disponer de un documento completo, serio y fiable sobre la realidad social y económica de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Nuestro estudio recoge datos, estadísticas e informaciones publicadas por fuentes oficiales, los contrasta y, sobre todo, los interpreta, contextualizando su evolución en el tiempo, constatando avances y retrocesos, anticipando evoluciones e incorporando en el análisis un conjunto de advertencias y de consideraciones que tienen el extraordinario valor añadido de ser el resultado de un debate vivo, protagonizado por los agentes sociales y económicos que integran el CES vasco, que concluye en un consenso.

La publicación de un documento de estas características nos produce, por lo tanto, una especial satisfacción. En esta ocasión, sin embargo, el contenido de la Memoria Socioeconómica 2020 amarga un tanto ese sentimiento. El año 2020 ha sido un año trágico, en lo humano, y disruptivo, en lo social y en lo económico. El balance en vidas humanas de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha sido brutal, con dos millones de personas fallecidas en el mundo y casi cien millones de casos diagnosticados. En nuestra comunidad autónoma, las distintas fuentes estudiadas estiman que más de 3.000 personas fallecieron por su causa en 2020. El virus, especialmente dañino para las personas mayores, ha golpeado a este colectivo, que es muy relevante en una sociedad envejecida como la vasca. La tragedia se ha ensañado con nuestras personas mayores y más vulnerables y aún deberá transcurrir un tiempo para que seamos capaces de interiorizar y de evaluar con sosiego los efectos que ha causado, con una distancia que nos permita adquirir cierta objetividad, como apuntamos en esta Memoria Socioeconómica.

Junto al doloroso desgarro humano, la crisis sanitaria provocó en 2020 una profunda contracción económica en todo el planeta, con un descenso estimado del 3,3% del PIB mundial, según el FMI. En Euskadi, la caída fue del 9,5% (Eustat), un brusco retroceso que puso fin al crecimiento anual sostenido de los últimos seis años.

La intensidad de esta contracción en un período tan breve de tiempo no tiene precedentes en una época de paz, por su carácter imprevisto y fulminante. A pesar de ello, la respuesta de las políticas socioeconómicas adoptadas en nuestro ámbito y en el entorno europeo, con la adopción de medidas pertinentes, ha permitido mitigar los efectos más catastróficos de una crisis repentina. Estas actuaciones, y otras venideras, todavía deberán continuar durante un largo tiempo, hasta que consigamos una total recuperación de esta crisis. Para ello, es imprescindible que sepamos actuar inteligentemente y aprovechar, por ejemplo, las oportunidades que nos brindarán los fondos europeos Next Generation para implementar las estrategias que impulsen la triple transición tecnológico-digital, energético-medioambiental y demográfico-social pendientes en nuestra comunidad.

Sin embargo, de poco servirá hacerlo bien si no somos capaces de reforzar nuestro sistema de protección social y de corregir el empeoramiento de algunos indicadores que miden el bienestar de nuestras condiciones de vida, sobre cuyo retroceso ya alertábamos en la Memoria Socioeconómica del año 2019, antes de la inesperada pandemia. Y con la llegada de esta, es cierto que el escudo social de la CAPV mantuvo su cobertura a lo largo de 2020 en unos niveles comparables a los de los principales países europeos, pero la crisis sanitaria dejó al descubierto una serie de nuevas realidades y retos que evidencian la necesidad de mejorar nuestro sistema de protección social. Entre ellas, la importancia de disponer de unas estructuras sólidas y suficientes en nuestro sistema de salud, que puedan ofrecer respuestas rápidas y eficaces ante futuras crisis de naturaleza similar a la presente. Una previsión anticipatoria, para la que resulta imprescindible evaluar en profundidad la incidencia que ha tenido la pandemia en función del grado de vulnerabilidad de las personas afectadas, tal y como propone el Consejo Económico y Social Vasco en este documento.

No voy a extenderme refiriéndome a los retos que deben afrontar los distintos sectores y ámbitos sociales y económicos en esta coyuntura excepcional. Todo ello está detallado y justificado en esta Memoria, un concienzudo trabajo fruto, fundamentalmente, de la dedicación y del esfuerzo de las personas que integran la Comisión del CES encargada de esta labor y del personal al servicio del Consejo. A todos ellos mi más sincero agradecimiento por su trabajo e implicación.

Emilia M. Málaga Pérez

Presidenta