Fin de época por sorpresa
El pasado 29 de junio de 2020, el Pleno del Consejo Económico y Social Vasco aprobó por unanimidad la Memoria Socioeconómica 2019, dando así cumplimiento al mandato de su ley reguladora, que recoge entre sus funciones la elaboración de una memoria en la que se expongan sus consideraciones sobre la situación económica y social. Escribo esta presentación en una época llena de incertidumbres, con una recién estrenada “nueva normalidad” que, sospecho, no va a tener nada de normal y nos va a imponer cambios a una velocidad difícil de digerir. Nada nos hacía presagiar, cuando el 13 de noviembre de 2019 comenzamos los trabajos de la presente memoria, que estábamos asistiendo a un fin de época ni anunciado, ni intuido, ni -vistos los acontecimientos- deseado.
Las consideraciones que recoge esta memoria se circunscriben, por tanto, al año 2019, antes de la pandemia mundial causada por el coronavirus SARS-CoV-2. La situación ha cambiado desde entonces. La pandemia ha abierto un paréntesis grave y preocupante, y desconocemos cuándo podrá ser cerrado definitivamente. En cualquier caso, está claro que marcará un antes y un después en el planeta y todo indica que la brecha provocada será más profunda que la producida por la crisis económica de 2008. No obstante, y precisamente debido a tanta incertidumbre, es tiempo de subrayar certezas, única guía a la que podemos asirnos. Y la Memoria Socioeconómica señala algunas que nos pueden servir para orientarnos en los oscuros tiempos que debemos transitar.
Por esta razón, los datos contenidos en esta memoria cobran una relevancia especial. Profundizando en ellos, se puede comprobar que en Euskadi se venía constatando una ralentización económica en línea con la que experimentaba la economía mundial. Ello, a pesar del incremento de nuestra producción, que fue superior al de la eurozona y al de la media española. 2019 fue también un año en el que continuó la recuperación de las finanzas públicas y el empleo rozó niveles de ocupación anteriores a 2008 (no olvidemos que entre 2009 y 2013 se perdieron más de 100.000 empleos, uno de cada diez).
Igualmente, el año 2019 constató una evolución positiva en los indicadores más significativos que evalúan el nivel de bienestar social en nuestra comunidad autónoma. Se acercaban mucho a los que teníamos antes de la crisis de 2008, si bien esa mejora no se estaba produciendo de manera homogénea, algo sobre lo que advierte esta memoria. El sentido de esta advertencia, la de corregir los desequilibrios sociales, siempre debe ser una prioridad, porque el mayor bien protegible de una sociedad son las personas que la integran. Entendemos que esta es la máxima que debe guiar las políticas públicas y nuestra contribución en la articulación de las mismas como órgano consultivo debe subrayar esta importancia.
No quisiera acabar esta breve presentación sin dejar constancia de mi agradecimiento a todas las personas que integran la Comisión para la Memoria Socioeconómica del CES vasco y al personal del Consejo, no solo por el excelente trabajo que han realizado, sino por haberlo hecho en las difíciles circunstancias que han protagonizado el primer semestre de 2020. La culminación de esta memoria en tiempo y forma es nuestra humilde contribución a la recuperación de una normalidad que, hoy por hoy, parece lejos de alcanzarse.
Emilia M. Málaga Pérez
Presidenta del Consejo Económico y Social Vasco