Los días 3 y 4 de Noviembre el CES Vasco participó en la Asamblea General de la Conferencia de Regiones Periféricas y Marítimas de Europa, CRPM, que se celebró en la localidad portuguesa de Ponta Delgada. Esta reunión, de carácter anual, propicia la ocasión para el debate de los principales asuntos de la agenda europea, su análisis desde la perspectiva de su incidencia sobre las regiones de la periferia marítima europea, a las que Euskadi pertenece, la identificación de las problemáticas que las políticas europeas pueden suscitar y la formulación de medidas a impulsar ante las instituciones europeas para el desarrollo equilibrado y armonioso de estas regiones en el conjunto de la Unión Europea.
En este contexto, el futuro de la Política de cohesión de la UE, el transporte y la accesibilidad, la política marítima integrada, la energía y el cambio climático, así como la cuestión de los refugiados y la inmigración, que se han constituido en asuntos clave de la agenda política comunitaria, conformaron las principales temáticas del orden del día.
La política de cohesión posterior a 2020, aun cuando pueda parecer todavía lejana, ya ha comenzado a definirse y reviste una importancia fundamental para las regiones europeas como instrumento de inversión en apoyo de los presupuestos públicos. Los debates dibujaron ya, desde una perspectiva regional, una serie de aspectos a impulsar en la configuración de la nueva arquitectura de esta política. Las regiones mostraron su preocupación por la crítica subyacente en el informe de revisión intermedia del marco financiero plurianual hacia los fondos en régimen de gestión compartida, los Fondos Estructurales y de Inversión, Fondos EIE, que contrasta claramente con la evaluación sumamente positiva de los fondos gestionados por la Comisión Europea de forma directa. Después de 2020, Europa seguirá necesitando una política de cohesión fuerte, puesto que es fundamental para alcanzar los objetivos de la UE en todo el territorio de la UE y para articular las políticas y los objetivos europeos a todas las escalas territoriales, y en la que las autoridades regionales y locales adquieran un papel aun mayor que refuerce el principio de asociación que debe de caracterizar la gestión de los fondos EIE. La aparición del Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas, Plan Juncker, y su funcionamiento, ha suscitado ciertas disfunciones con los Fondos EIE. Se estima que la Comisión debería elaborar una estrategia integral para la inversión en la Unión Europea para el periodo post 2020, que debería sustentarse sobre los principios de la política de cohesión, de tal manera que el Fondo del Plan Juncker y Fondos EIE se complementen mutuamente y juntos incrementen el potencial de inversión, empleo y crecimiento.
Ante el creciente interés de la UE por promover los instrumentos financieros, se abogó por que la futura política de cohesión encuentre un justo equilibrio entre los instrumentos financieros y las subvenciones, de cara a la eficacia, y la toma en consideración de las realidades territoriales. La Cooperación Territorial, siempre bajo la lupa en cada nueva negociación del Marco Financiero Plurianual, debe de seguir siendo un aspecto clave de la política de cohesión, por su alto valor añadido en el cumplimiento de los objetivos de la UE, su papel en el abordaje de los retos y oportunidades de las áreas funcionales de la UE y la implementación de las estrategias macrorregionales.
La política marítima integrada y el crecimiento azul para desarrollar el potencial de los océanos como fuente de futuro de riqueza y empleo son políticas de gran importancia para las regiones periféricas y marítimas. Un 80% de ellas recogen la dimensión marítima en sus estrategias de especialización inteligente. La consideración del mar como un área clave de inversión en la preparación de las futuras políticas para el periodo posterior al 2020 constituye una de las recomendaciones por parte de las regiones periféricas y marítimas que emergen con claridad.
Las políticas europeas en materia de clima y energía tienen una clara dimensión territorial y el poder afrontar adecuadamente el reto del cambio climático requiere la movilización de todos los niveles de gobierno, ofreciendo a las regiones la ocasión de profundizar e intensificar la cooperación. El sector de las energías renovables y las industrias marítimas, sobre las que las regiones tienen importantes competencias y capacidades de fomento, ofrecen un potencial considerable para contribuir a alcanzar los objetivos climáticos y diversificar la economía, y brindan una enorme oportunidad para reforzar el liderazgo europeo en materia de innovación y estímulo del crecimiento y el empleo.
En cuanto a la política de transporte europea se destaca la necesidad de potenciar las áreas periféricas, dada la abrumadora atención que reciben las áreas centrales de la Unión. El presupuesto del Mecanismo “Connecting Europe”, que en los 3 de sus 7 años de vigencia, ha comprometido el 86% de su presupuesto, se ha visto concentrado sobre los 9 corredores prioritarios, mientras que las regiones periféricas e insulares solo se han beneficiado de forma marginal. En este contexto, una revisión de criterios para próximas convocatorias, que prime los proyectos característicos de las periferias marítimas, contribuiría, aun cuando el presupuesto que resta de distribuir sea muy escaso, a mejorar la accesibilidad de las periferias. Por otro lado, se insiste en la conveniencia de adaptar el Plan de Aplicación de las Autopistas del Mar a las especificidades regionales y a la accesibilidad de los territorios y de llamar la atención sobre la necesidad de crear un instrumento europeo de apoyo a los servicios de transporte marítimo, que desde la desaparición del programa Marco Polo, no han encontrado nuevas vías de financiar ayudas al establecimiento de nuevas líneas marítimas en conexiones en las que la consecución de la rentabilidad económica requiera un periodo inicial de apoyo.
Más allá de todas estas medidas y recomendaciones, una cuestión de fondo que trasciende a las diferentes políticas sectoriales europeas como es la referente al futuro del proyecto europeo, latió durante todas las discusiones y fue objeto de una sesión de debate específica.
El Brexit ha supuesto un golpe importante a la confianza europea, y, aunque en muy inferior medida, las causas que han desembocado en el rechazo a la continuidad británica en la UE pueden encontrarse en muchos de los Estados de la Unión. Y ello porque la UE ha fallado en combatir los mensajes antieuropeos que se emiten desde hace tiempo, y en establecer una estrategia para hacer frente a los populismos euroescépticos que ponen en cuestión sus logros y la culpan de los males que aquejan al continente. La crisis de los refugiados ha constituido una causa de división política entre los Estados Miembros sin precedente y su resolución sigue vislumbrándose lejana y difícil. La situación económica, con bajas tasas de crecimiento, elevadas tasas de desempleo y de deuda pública, y una crisis que ha incrementado las desigualdades y dejado en una parte de su población un resentimiento por las penurias económicas y sociales que ha debido experimentar, sigue minando la confianza de la ciudadanía europea, que culpa a la UE de incapacidad en la resolución de lod problemas, pero que muchas veces tienen su origen en situaciones que poco tienen que ver con la gestión de las instituciones europeas. La UE no ha logrado transmitir la idea de la responsabilidad colectiva que late en su mecanismo de adopción de decisiones, puesto que éste es una función colectiva en la que participan todos sus Estados miembros, siendo copartícipes de sus éxitos y de sus fracasos. Sin embargo, el discurso de los Estados miembros muy a menudo es el de presentar las decisiones complicadas como ajenas a su propia participación en las mismas. Se reconoce un fracaso de comunicación, en la transmisión de los éxitos de la Unión Europea y en la utilización de un lenguaje comprensible para el ciudadano, que estrangula las buenas ideas y que le impide percibir los beneficios que de la acción de la UE se derivan. Frente a esta situación, las regiones de la CRPM no quieren detenerse en lamentaciones y resignación sino adoptar una posición activa, creando una Task Force que permita efectuar un brainstorming y generar propuestas, y aprovechar su posición privilegiado cerca de los ciudadanos de la Unión para establecer un puente entre éstos y la Unión Europea, que contribuya a una mejor comunicación de la acción de la UE y de los beneficios que ésta reporta a las regiones y a su población.